Pasado, presente y futuro del petróleo
Sin descuidar su pasado académico y previendo la necesidad de formar especialistas en el tema del petróleo, para un futuro no lejano, Mosconi logra que el 30 de diciembre de 1929 el Poder Ejecutivo dé lugar a su proyecto de un convenio entre YPF y la Universidad de Buenos Aires. Este acuerdo establecía que la petrolera otorgaría a la universidad la suma de $50 mil anuales para solventar los gastos necesarios para la capacitación de profesionales en la especialidad.
Así es como Mosconi se convierte en una de las figuras más importantes en la historia de la urbanización e industrialización del país. Pero como cualquier actitud comprometida con la transformación de la realidad nacional, sus decisiones y su pensamiento no concitaron sólo apoyos y generaron resistencias en el pensamiento dominante. Para muchos oficiales, la idea de una economía argentina completamente distinta de la que existía, con su base agraria y su dependencia del comercio exterior, resultaba ilusoria.
A pesar de estas opiniones encontradas, también fueron muchos los oficiales que encontraron en su figura un símbolo y un referente. No solo saludaron con aliento la tendencia hacia la industrialización, sino que se identificaron con ese incipiente nacionalismo económico que procuraba desarrollar los recursos petrolíferos de la Argentina bajo el control estatal. En su carácter de primer Director de YPF (1922-1930), Mosconi se esforzó por demostrar que los argentinos eran capaces de explotar estos recursos sin la participación de concesionarios extranjeros.
"Resulta inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas
ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera."
Para Mosconi la soberanía nacional no comenzaba ni terminaba en los discursos celebratorios de fechas patrióticas, ni era una metáfora de circunstancia. Creía que los conceptos de soberanía y nacionalidad, eran algo tangible: la defensa del patrimonio argentino, sus riquezas naturales, eran los hombres y mujeres que con su trabajo escriben las páginas más auténticas de la nacionalidad.
Fue un tenaz defensor de los intereses petrolíferos nacionales durante esos ocho años al frente de YPF. Supo impulsar la nueva empresa, no sólo multiplicando su producción sino dotándola de la estructura necesaria para el cumplimiento de sus objetivos. Luego de una prestigiosa carrera militar, Mosconi dedicó su accionar a tratar de conseguir una política que permitiera resultados positivos para el país. Y buscó proyectar, también, esa experiencia a la región.
Así es como Mosconi se convierte en una de las figuras más importantes en la historia de la urbanización e industrialización del país. Pero como cualquier actitud comprometida con la transformación de la realidad nacional, sus decisiones y su pensamiento no concitaron sólo apoyos y generaron resistencias en el pensamiento dominante. Para muchos oficiales, la idea de una economía argentina completamente distinta de la que existía, con su base agraria y su dependencia del comercio exterior, resultaba ilusoria.
A pesar de estas opiniones encontradas, también fueron muchos los oficiales que encontraron en su figura un símbolo y un referente. No solo saludaron con aliento la tendencia hacia la industrialización, sino que se identificaron con ese incipiente nacionalismo económico que procuraba desarrollar los recursos petrolíferos de la Argentina bajo el control estatal. En su carácter de primer Director de YPF (1922-1930), Mosconi se esforzó por demostrar que los argentinos eran capaces de explotar estos recursos sin la participación de concesionarios extranjeros.
"Resulta inexplicable la existencia de ciudadanos que quieren enajenar nuestros depósitos de petróleo acordando concesiones de exploración y explotación al capital extranjero, para favorecer a éste con las crecidas
ganancias que de tal actividad se obtiene, en lugar de reservar en absoluto tales beneficios para acrecentar el bienestar moral y material del pueblo argentino. Porque entregar nuestro petróleo es como entregar nuestra bandera."
Para Mosconi la soberanía nacional no comenzaba ni terminaba en los discursos celebratorios de fechas patrióticas, ni era una metáfora de circunstancia. Creía que los conceptos de soberanía y nacionalidad, eran algo tangible: la defensa del patrimonio argentino, sus riquezas naturales, eran los hombres y mujeres que con su trabajo escriben las páginas más auténticas de la nacionalidad.
Fue un tenaz defensor de los intereses petrolíferos nacionales durante esos ocho años al frente de YPF. Supo impulsar la nueva empresa, no sólo multiplicando su producción sino dotándola de la estructura necesaria para el cumplimiento de sus objetivos. Luego de una prestigiosa carrera militar, Mosconi dedicó su accionar a tratar de conseguir una política que permitiera resultados positivos para el país. Y buscó proyectar, también, esa experiencia a la región.
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